Cápsulas de Navidad (sabor a Inglaterra)

  A toda esa colección de cápsulas que guardo en la caja de las Navidades de pequeño, ahora tengo que añadir bastantes más pertenecientes a dos formas de entender la fiesta por completo distintas, pero cada una con su propio encanto.
 
  Como ya mencioné antes, uno de mis recuerdos en Navidades cuando era crío eran los dibujos animados de Beatrix Potter, además de pelis ambientadas en esa Inglaterra victoriana de cuentos clásicos navideños que todos tenemos en la imaginación como postales eternas.
  Pues avatares de la vida hicieron que tuviese la oportunidad de recolectar otro puñado más de estas cápsulas de las que os hablo, pero en tierras inglesas, en concreto en la industrial Manchester. Así pude contrastar esos arquetipos que tenía en la mente con la realidad de las Navidades inglesas que se viven hoy día.
  Manchester es un elegante ángulo agudo de frío acero, cristal y ladrillo ocre. La que un día fuese una de las principales maquinarias de la Revolución Industrial en Europa, hoy sigue teniendo esa huella de engranaje y vieja fábrica, pero devuelta a la vida gracias a los negocios, las universidades y el comercio. Y es en este último sector económico, el comercial, donde la ciudad brilla con luz propia cuando se acercan las Navidades. Ya que Manchester es, sobre todo, uno de los centros neurálgicos de compras y celebraciones de todo el norte de Inglaterra.

  Pasar un día de Navidades en esta ciudad es empezar sí o sí con un desayuno inglés en cualquier sucursal de la cadena Wetherspoon. No son nuestros churros con chocolate en invierno, pero tiene su propio encanto, creedme. Luego, podéis continuar disfrutando del ambiente navideño más alternativo y freak deambulando por las calles de Nothern Quarter.
  Irremediablemente, el olor a tiendas te lleva a atravesar el gran centro comercial Arndale y todos los comercios adyacentes. Aquí se vive la Navidad más mercadotécnica, con muchas tiendas de regalos con mil y un detalles para preparar las fiestas al estilo inglés.
  Qué duda cabe que la entrada a las librerías es obligatoria, por no hablar de los museos, donde se revive ese Manchester de los tiempos de Oliver Twist. Entre libros, museos y viejos edificios de fábricas reconvertidos en tiendas de moda, no me costó mucho rememorar aquellos cuentos de Navidad y disfrutar de ir andando por una de esas calles de postal victoriana, aunque con la pátina, evidentemente, de los nuevos tiempos.
  Las cafeterías de Inglaterra entienden eso de “crear ambiente”. Por ello, si buscáis atmósferas indi, con decoración vintage o literaria, vais a tener un amplio surtido donde tomaros un buen caffe latte con una carrot cake o quizás una red velvet mientras leéis un libro viendo caer los copos de nieve en el exterior.
 Y para concluir la noche, están mis tres zonas favoritas: Spinningfields, Castlefields o Deansgate. En las tres tendréis cenas navideñas inglesas y pubs por doquier donde disfrutar comiendo los típicos dulces de estas fechas, como los mince pie, abrir los divertidos crackers que no faltan en ninguna mesa navideña o poneros las botas con algún asado acompañado de una buena salsa. Sí, os lo reconozco, están a años luz de nuestra gastronomía por estas fechas y sus dulces de Navidad son irrisorios al lado de nuestro catálogo de mil y una delicias. Pero lo de esta gente también tiene su encanto, no tanto por los alimentos en sí, sino por el contexto y la experiencia en la que uno los prueba.

  El final de la jornada pasa de forma obligada por el clásico mercado navideño de Albert Square, donde todos los años venden multitud de adornos, ropas para los fríos invernales, y como no, siendo un evento de mayoritaria asistencia de comerciantes alemanes, una gran muestra de salchichas y enormes cervezas para combatir los fríos del impetuoso invierno inglés.
  La Navidad en Manchester es un fantástico escaparate de tienda al que te quedas con las narices pegadas como un crío ilusionado, es la vista desde fuera de un espléndido club abarrotado de gente cantando villancicos de música pop y rock, es un chiquillo con un enorme gorro de orejeras leyendo un libro en el interior de un cálido pub, es el olor a cerveza y comida caliente callejera que recorre los rincones del centro, son las luces de los adornos navideños haciendo claroscuro con callejuelas sombrías de inquietante arquitectura industrial.
  Pero, por encima de todo, si algo es Manchester en Navidad, son las voces de un grupo de amigos que desafían la gélida noche mancuniana, cantando en Albert Square a garganta partida y cerveza en mano el tema Wonderwall de Oasis mientras extraños que pasan por allí se paran a cantar con ellos o se marchan con una sonrisa en el rostro tatareando la melodía.

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